El día de la boda es uno de los eventos más esperados por la mayoría de las mujeres, y el vestido es, sin duda, la cereza del pastel de tan esperado momento. Aunque hoy en día es costumbre usar un vestido blanco, no importa el estilo o forma, no siempre fue así. Un capricho fue lo que desencadenó una de las tradiciones más trascendentes de todos los tiempos.
Antiguamente era costumbre utilizar vestidos de novia de diferentes colores, más que nada porque estos eran reutilizados para otras ocasiones. El color plateado solía ser el elegido y reservado, para reinas y grandes damas. En la Edad Media, las novias usaban vestidos rojos con decoraciones doradas. Así representaban el poder y su realeza. Durante el Renacimiento, el color no era importante, sino los bordados, las piedras preciosas, perlas y diamantes que llevaba el atuendo. En Oriente, las mujeres llevaron velos desde hace cuatro mil años. Las solteras, como señal de modestia, mientras que las casadas, como sumisión a sus cónyuges.
Pero la tradición de que el vestido de novia fuera blanco, la inició la reina Victoria de Inglaterra en 1840, fecha en la que contrajo matrimonio con Alberto de Sajonia Coburgo-Gotha; la Reina Victoria tuvo el capricho y la gran idea de elegir el color blanco para su vestido de novia y, a raíz de ahí, muchas novias fueron optando por escoger un vestido similar, en honor a esa elección.
El verdadero boom fue en la segunda mitad del siglo XX, cuando Grace Kelly, la Princesa Diana y otras icónicas mujeres, se aseguraron de que fuera una indiscutible e irremplazable tendencia. Solo en algunas culturas orientales, las novias usan principalmente el rojo o la combinación de blanco y rojo, por ser símbolo de la buena suerte.
Actualmente, existe una total libertad para usar cualquier tonalidad, silueta, corte, textil y adorno para crear el vestido perfecto. Las opciones son infinitas, y aunque a muchas les guste el clásico corte de sirena, con escote corazón, y hecho de encaje, siempre habrá quien sea más arriesgada y nos sorprenda con una pieza verdaderamente original e innovadora.
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