“Fashion is the armor, to survive the reality of everyday life.” Bill Cunningham

La calle se ha convertido en la pasarela preferida de los coollhunting; es donde miles de chicos y chicas hacen lucir sus atuendos, esperando ser fotografiados para las revista de moda más importantes de la industria, el street-style es la plataforma preferida para sobresalir y ganar reconocimiento, por su manera de combinar y lucir, desde las prendas más básicas, hasta haute couture.

Esta tendencia, actualmente ha ganado bastante fama y, gracias a ella, personajes como Chiara Ferragni u Olivia Palermo se han ganado el nombramiento de it-girls, pero esto no sería nada sin el trabajo de todos esos fotógrafos de moda, que día y noche esperan la toma perfecta, para convertir a una chica ordinaria, en un ícono de la moda.

Bill Cunningham fue el pionero de la fotografía del street-style; por más de 40 años se dedicó a capturar la esencia de los fashionistas; fuera de los desfiles de moda, se le podía observar por las calles de Nueva York, montado en su bicicleta, con un impermeable, y listo para tomar las mejores fotografías. Bill no era un simple fotógrafo, gracias a su trabajo, logró convertir a la fotografía de moda, en una rama de la antropología cultural;  a través de su lente logramos ver, cómo los movimientos sociales iban acompañados de la evolución en la moda.

Un hombre proveniente de una familia católica de Boston, se convirtió en el invitado de honor de todos los eventos de moda. Sus inicios no fueron fáciles, pasó de ser un estudiante de Harvard, a un confeccionador de sombreros en Nueva York, y mientras contribuía en la revista Chicago Tribune y Women’s Wear Daily, se dedicó a la fotografía y periodismo de moda, introduciendo en la audiencia americana a modistas como Azzedine Alaïa y Jean-Paul Gaultier.

Tiempo después, llegó a la meca del periodismo de Estados Unidos: The New York Time, donde, gracias a unas fotografías «infraganti» de la actriz de Greta Garbo, captó la atención del editor, creando así una sección especial, donde se mostraba a las celebridades por las calles de la Gran Manzana. Bill pasó a ser uno de los personajes emblemáticos de la moda, y era el único para el que Anna Wintour posaba.

En 2008, Cunningham fue a París, donde el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor. En Nueva York, fue homenajeado en «Bergdorf Goodman», donde colocaron en el aparador, un maniquí de tamaño natural, inspirado en su imagen. El New York Landmarks Conservancy, fue la institución que lo declaró como un hito viviente; en 2009 y en 2010, se estrenó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el documental “Bill Cunningham New York”, donde se narra la vida del fotógrafo.

Un hombre extraordinario que amaba a la gente y a la moda, tenía un talento innato que le permitía encontrar belleza en los outfits del día a día, la originalidad y exuberancia de las calles de la gran ciudad, alimentaban su curiosidad y creatividad. A sus 87 años, seguía haciendo lo que más amaba y por lo que será recordado toda la vida. Murió el 25 de junio del 2016.