El diseñador Alexander McQueen dejó un gran legado para la moda, sus diseños llenos de excentricismo y ferocidad son símbolo de su alma rebelde, para él no existían las limitantes. Después de su partida, la firma inglesa sufrió infinidad de cambios, directores creativos, nuevas visiones, pero nunca dejó a un lado el espíritu animal que definía a McQueen.
Alexander McQueen es rey en la moda, sus diseños haute couture siempre causan impacto, pero cuando decidió entrar en el mundo de la perfumería, no tuvo el resultado que esperaba, creando una profunda frustración en sus seguidores, tras varios intentos McQueen no lograba encantar al público, renunciando de una vez por todas, pero fue hasta el 2016 que la maison retomó el sueño del diseñador.
Sarah Burton, diseñadora artesanal de la alta perfumería, fue la encargada de producir la ópera prima de McQueen. Creando un aroma único a partir de la esencia preciosa de tres flores nocturnas: Jazmín Sambac, nardo e Ylang Ylang, obteniendo una mezcla intoxicante. Una fragancia sensual, llena de misterio y poesía, que representa un verdadero y obscuro objeto de deseo, cargado de elegancia con sello de anticuario, que simboliza la filosofía atemporal y eterna de Alexander McQueen.
La botella que encierra tan deliciosa fragancia es también toda una obra de arte, elaborada con calidad de orfebre. El cuello de la botella va engalanado de plumas metálicas bruñidas en oro viejo, cual lujoso collar, combinado sobre un cuerpo en negro, que evoca al terciopelo. Para capturar el alma salvaje del nuevo perfume, el fotógrafo Paolo Roversi estuvo encargado de hacerlo, junto a la modelo Maartje Verhoef, quien estaba cubierta de flores negras, como si la naturaleza y la oscuridad se encargaran de atraparla.
La nueva fragancia está disponible exclusivamente en Harrods a un precio de $390 dólares, en su única presentación de 50 ml, se espera que próximamente también llegue a Saks Fifth Avenue para su venta.
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