Aunque es uno de los deportes más convencionales, pero más completos, en los últimos años se ha convertido en uno de los más populares. Miles de personas se han unido al movimiento del running y nosotras no podemos quedar fuera. Definitivamente no es una disciplina fácil y mucho menos comenzar dentro de ella, ya que se requiere mucha fuerza, paciencia y constancia; pero si lo adoptamos como parte de nuestro estilo de vida, poco a poco llegaremos a ser runners de corazón.
Existe cinco pilares básicos para iniciarnos en el running de una manera segura, pero antes de empezar, es importante mencionar que se recomienda someterse a una revisión médica, para asegurarnos de que estamos haciendo un esfuerzo sin riesgos para la salud. Una prueba de esfuerzo es una buena opción, para descartar cualquier problema.
Empezar a correr de una manera progresiva
Cuando comenzamos una actividad, lo normal es iniciar con mucho ímpetu y una gran motivación, pero eso nos puede llevar a realizar un esfuerzo demasiado grande, al que nuestro cuerpo aún no está habituado.
El primer día debe ser una simple toma de contacto, realizar una o varias series de carreras, muy suaves y parando antes de que nos encontremos agotadas. No es conveniente llevar el cuerpo al límite, ni forzarlo para hacer el máximo tiempo posible sin parar. Empezar a correr de una manera progresiva, con tiempos cortos de entrenamiento y ritmos muy suaves, es la clave para disfrutarlo.
Elegir el terreno
A la hora de elegir el terreno por el que empezaremos a correr, es mejor no comenzar por terrenos con muchas pendientes. Buscar zonas más bien llanas. Además, siempre será mejor correr en pista o en caminos de tierra, ya que el suelo es más blando que el asfalto.
Estiramientos
Hacer estiramientos, antes y después de cada sesión de entrenamiento, nos ayudará a preparar nuestros músculos para empezar de una manera más segura y evitar posibles lesiones en el futuro. Antes de empezar a correr bastará con hacer movilizaciones circulares de las articulaciones. Esto las preparará antes de realizar un esfuerzo. Además, estirará ligeramente los músculos, lo cual será suficiente para comenzar. También podemos realizar una pequeña tanda de cinco minutos de carrera suave y unos ligeros estiramientos, antes de seguir con el resto del entrenamiento.
Cuando terminemos de correr, no hay que olvidar estirar bien todos los músculos trabajados. Este trabajo sí es imprescindible. Cuando corremos, nuestros músculos se contraen miles de veces, lo que provoca que, al finalizar, el músculo esté más acortado debido a esta repetición de contracciones. Con el objetivo de devolver al músculo a su posición natural, debemos realizar un estiramiento de unos 30 segundos, por cada grupo muscular.
Establecer objetivos
En un inicio, correr nos será un poco difícil, pero siendo constantes veremos que cada día somos mejores. Una manera de siempre estar motivadas es ponernos metas, por ejemplo: si comenzamos corriendo 3 km, pongámonos como meta que a los dos meses ya debemos estar corriendo 5 km. También se recomienda inscribirnos a carreras, esto ayudará a no quedarnos en nuestra zona de confort, y cada día dar un poco más.
Trabajo de tonificación complementario
Si queremos progresar de forma más rápida este trabajo es necesario. Realizaremos ejercicios específicos para conseguir una base de fuerza en las piernas, que nos prevenga de lesiones y nos permita soportar la carga de entrenamientos de manera más eficaz.
Este trabajo se puede realizar, o bien en una sala de fitness, o simplemente mediante ejercicios con autocarga, ejercicios en bancos, en escaleras; cualquier sitio puede ser bueno para realizar un trabajo complementario de fuerza, si aplicamos los ejercicios adecuados. También es imprescindible hacer un trabajo de tonificación de la zona abdomino-lumbar, para poder mantener una postura correcta durante la carrera, y evitar molestias en la zona lumbar, como son las lumbalgías.
Una actividad complementaria a la carrera, que también nos puede ayudar, son los pilates, que nos proporcionarán, además de una mejora en la flexibilidad, un fortalecimiento, tanto en la zona abdomino-lumbar, como en el tren superior e inferior.