El agua termal es uno de esos remedios para todo mal; desde calmar irritaciones hasta ayudar como escudo contra el medio ambiente, pero hoy vuelve a estar de moda dentro del mundo de la belleza y la cosmética. Sus beneficios son conocidos desde la antigüedad, los griegos y los romanos la utilizaban para tratar aspectos de la salud; debido a su origen completamente natural, el agua termal es rica en minerales libres de bacterias, que ayudan a estabilizar la piel, haciéndola más fuerte y propiciando su renovación.
El nivel de mineralización depende de dónde sea extraída el agua, los minerales más habituales en su composición son el manganeso (con propiedades hidratantes y antioxidantes), el cobre (anti-inflamatorias y antisépticas), el magnesio (es un potente estimulador de la renovación celular), el zinc (además de regenerante, es anti-inflamatorio y antibacteriano), el selenio (tiene cualidades antioxidantes), el calcio (en combinación con el manganeso posee efectos cicatrizantes), el hierro (facilita la oxigenación celular) o el cobre (posee propiedades anti-inflamatorias).
Algunos de los beneficios que otorgan las aguas termales son:
- Protege las células de la piel de los radicales libres; ocasionados por el estrés, la contaminación, los rayos ultravioleta del sol, los cambios bruscos de temperatura y, por tanto, del envejecimiento cutáneo.
- Hidrata. Así como nuestro organismo necesita estar hidratado para tener un buen funcionamiento, nuestra piel necesita una extra de hidratación, ya que es la barrera que nos protege del ambiente, por eso es recomendable incluir, en la rutina diaria de belleza, las aguas termales, para cuidar y proteger la delicada piel del rostro.
- Descongestiona el rostro y refuerza la protección natural de la piel.
- Ayuda a fijar el maquillaje y, además, también facilita un perfecto desmaquillado.
- Alivia las rojeces, irritaciones y picores de la piel.
Las aguas termales que los dermatólogos más recomiendan son de la marca Avène, La Roche-Posay y de Vichy.
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